VISITANTES

domingo, 22 de mayo de 2011

Operación Jalima





Operación Jalima


Todo comenzó en Febrero de este año, cuando rodábamos por el Atlas 3 amigos con ganas de pasarlo bien y disfrutar de la afición que compartimos que, más que afición, es devoción. Como los grandes aventureros, nos encontrábamos negociando una de las pistas del Circo Jaffar, disfrutando del estado de la misma y sorprendidos, ya que en esas fechas no era normal encontrarnos con la pista en tan buenas condiciones. Siendo conscientes que no teníamos las motos preparadas para el barro (ya que en principio no teníamos previsto adentrarnos por traileras ni pistas complicadas) habíamos extremado las precauciones y rodábamos a ritmo lento. Risas por aquí, paraditas por allá y un montón de fotos. Comenzamos a ascender y a encarar la parte norte de la pista (a estas alturas ya daban las 3 de la tarde) y aquí comenzaron los sufrimientos. Barro, Nieve e Hielo era lo que comenzábamos a encontrarnos. Cada 150Mt. Caídas al quedar bloqueadas las ruedas delanteras ya que nuestras máquinas calzaban ruedas mixtas. Caídas más caídas, ritmo lentísimo y el reloj que no paraba. El ánimo, si bien era excelente, el cansancio ya hacía mella. Reunión urgente del comité de Crisis (que por supuesto éramos los tres) y decidimos seguir avanzando para llegar al Circo Jaffar sin arriesgar y con la previsión de ser conscientes que esa noche la pasaríamos a 2.500Mt de altura en las tiendas de campaña y teniendo que derretir nieve, ya que solo contábamos a esas alturas de la jornada con un 1,5Lt de agua. Y como si se tratase de una película de domingo por la tarde, divisamos a lo lejos la aparición de dos pastores bereberes de unos 16 o 17 años que, con el típico saludo Marroquí, el más usado por esos lugares (ya sabéis “Hola Amigo”) se pusieron a nuestra disposición para ayudarnos a conseguir llegar a nuestro objetivo: el ansiado Circo Jaffar. Gracias a esos maravillosos hermanos bereberes conseguimos alcanzar nuestro propósito, ya entrada la noche, con frío, hambre, algo de miedo y, sobre todo, con un gran cansancio. Fuimos acogidos, por una familia que nos dio todo lo poco que tenían y principalmente, nos regalaron grandes sonrisas y grandes lecciones de humanidad. Compartimos su cena, un tallin de pollo que estaban cocinando. Compartimos su té, compartimos su casa. Nos prepararon unas alfombras donde pasamos la noche y pudimos descansar hasta el alba, sabedores que éramos unos auténticos afortunados ya que pocos podían estar viviendo esta experiencia y este curso acelerado de solidaridad y de hospitalidad de estas personas que solo tienen su propia vida y que te la entregan sin pedir nada a cambio. Al día siguiente salimos de allí escoltados por los bereberes que nuevamente nos ayudaron a sortear las trampas de la pista y, cuando por fin después de más de 6 horas en recorrer los 20Kn de la pistas tocamos lo “negro”, nos bajamos de nuestras “bestias metálicas”, besamos el suelo como tantas y tantas veces habíamos visto hacer a los papas e hicimos el firme JURAMENTO de volver, para agradecer a nuestros salvadores todo lo que habían hecho por nosotros. Aquello lo llamamos de común acuerdo “LA OPERACIÓN JALIMA”. Éste es el inicio de la historia que quiero compartir con mis hermanos del foro, con nuestros amigos y todas las personas de buen corazón que compartan o no la afición por la moto, porque esta historia va mas allá de nuestras máaquinas, que si bien juegan un papel fundamental, solo ha sido un medio para poder llegar y decir GRACIAS con todo el corazón.

Miércoles 27 de abril 2011

6:45h. Puntuales en el punto Charlie previsto, “Caballo Loco me recibes “ “Si” “Mueble Bar” y La Periodista nos encontramos en el Punto Charlie” “Joder, Joder, Joder, tengo problemas con el Estibaje de la carga, salid cagando leches vosotros pare Algeciras y ya os pillo por el camino” Así comenzó esta aventura, mi fiel compañero, ¡qué digo compañero! ¡Mi hermano! a Caballo Loco no le había dado tiempo la tarde anterior a montar el equipo y andaba con prisas y más prisas- Teníamos previsto subir en el Ferry de las 9h desde Algeciras con rumbo a Tánger Med, bueno para los que no lo sepáis, salíamos desde Málaga.

Nacional y a la altura de Mijas autopista hasta Algeciras sin tener noticias de Caballo Loco, llegamos al puerto de Algeciras a las 8,30h y cuando me dispongo a comprar los billetes me doy cuenta que no le he pedido el pasaporte a Carlos (alias Caballo Loco) y no podía comprar los pasajes. Mi amigo, mi hermano, llegó a las 8:55h con dos cojo….. nos plantamos frente a la ventanilla y cómo no, estos Moros son Grandes ¡qué grandes! ENORMES llamaron al barco y consiguieron que el capitán se comprometiera a esperarnos y allí con prisas, y por qué no decirlo, con algo de estrés conseguimos embarcar a las 9,15h saliendo rumbo a nuestra querida y ansiada aventura. Durante la travesía ya pudimos relajarnos no solo del estrés del embarque sino de los días anteriores que habíamos pasado, os cuento a que me refiero:


Como he comenzado este relato este viaje tenía un componente de agradecimiento. Era la continuación de nuestro viaje de Febrero, así que cuando regresamos del comentado y resumido viaje, impresionados por lo que habíamos vivido, compartimos con nuestros más cercanos amigos la experiencia y nuestras intenciones de volver para agradecer no solo con nuestra presencia a esta familia bereber, sino llevando algunas cosas básicas como ropa de abrigo, medicinas y cuadernos para los niños, todo lo que podríamos ser capaces de transportar en nuestras máquinas. Nuestras previsiones eran de 40Kg por motos y tuvimos la mala suerte de que nuestro querido Liebre, uno de los participantes de la primera aventura de febrero, en esta ocasión no podía acompañarnos así que nuestros cálculos totales eran de 80Kg en total. Poco a poco nuestros amigos comenzaron a traernos ropa, juguetes, cuadernos, lápices, rotuladores, linternas, velas y un motón de cosas muy útiles, pero el total hacía una suma de 150Kg ya no de ropa, etc. sino de AYUDA HUMANITARIA en toda regla. Nos vimos absolutamente desbordados, “pero esto qué es” exclamábamos sorprendidos” pero si nosotros no somos una ONG ni estamos preparados para transportar todo esto. Pero aquí entra la solidaridad, y nos dimos cuenta que no solo son buenas personas los Bereberes sino que aquí también podemos contar con personas de gran corazón. Localizamos gracias a la gran CARMEN (la chica de Caballo Loco) una empresa de transporte que se comprometió a llevar las 14 cajas con los 150Kg a Midelt sin cobrarnos ni un duro, de forma desinteresada. Por otro lado se movilizaron en el Hospital donde nuestro C.L. opera las caderas, rodillas y demás partes del cuerpo operables recogiendo fondos para poder contratar un todo terreno con un chófer marroquí que nos ayudase con todo esto. Fue comentar nuestro proyecto con dos farmacias (una de Málaga y otra de Benalmádena) y les faltó tiempo para regalarnos las medicinas que considerábamos las necesarias para estos amigos. Y, por supuesto, tuve la gran ayuda de la Aseguradora donde trabajo, que también ha contribuido financiado parte del viaje. Imaginaos, lo afortunados que somos mi hermano Caballo Loco, El Liebre y yo al saber que tenemos amigos que ante un comentario se movilizan, se implican y hacen posible que nuestros proyectos e ilusiones puedan salir adelante. Que tranquilidad da saber que alrededor de nosotros hay personas de verdad que si en algún momento las necesitamos las tenemos.

Bueno, dejemos de filosofar y vamos al grano. El plan previsto era dormir el primer día en el Bosque de Cedros, y al alba salir hacía Midelt, ya que nos habían confirmado que todas las cajas habían llegado. Rodamos con el Atlas de fondo y tras una dura jornada de moto llegamos al punto previsto. Allí en Midelt comprobamos la “mercancía” y nos dispusimos a organizar la partida del día siguiente, nuestro proyecto iba a ser una realidad, teníamos previsto salir a las 6 de la mañana para atacar temprano el Circo Jaffar. La ruta prevista era la misma pista de Febrero, con apoyo del todo-terreno suponíamos más fácil conseguir el objetivo, ya que habíamos dispuesto llevar todo el peso de nuestras motos en el coche y de esta forma sería más sencillo. Pero ¡cómo no!, el destino, que a veces juega malas, pasadas se conjuró en nuestra contra: amaneció un día plomizo, amenaza de grandes lluvias y el Atlas absolutamente cubierto de nubes. A las 7 de la mañana ya estaba “jarreando”. Una locura atacar la pista en estas condiciones. Depresión, desilusión, tristeza eran los sentimientos que nos llegaba a la cabeza, tanto esfuerzo, tantas ilusiones de tantos y no íbamos a poder cumplir nuestro objetivo, darle las gracias a nuestra querida Jalima y a toda su familia. ¿Cómo podía ser, estar tan cerca y a la vez tan lejos? Nuevamente reunión del gabinete de crisis, y decidimos no cometer la locura de intentar subir al poblado bereber donde estaban nuestros amigos. Ya con todo preparado, las cajas en el cuatro por cuatro y habíamos decidido abortar. Comunicamos al gerente del hotel nuestra decisión y éste se lo dijo al chofer que cuando se enteró de la noticia quedo pensativo y apenado. De pronto, este comenzó a hablar en esta dichosa lengua árabe y veíamos cómo las caras de los dos personajes marroquíes se iluminaban. Una vez que terminaron, el gerente que hablaba inglés con nosotros, nos propuso llevar las cajas a un poblado bereber que, si bien estaba en unas condiciones mejores que la familia de Jalima, también tenía grandes necesidades. Nuevamente la ilusión llegó a nuestras almas, no sería cumplir la misión que nos había llevado hasta allí pero seguro que toda la solidaridad de los que nos quieren y aprecian serviría de algo. Pusimos rumbo a este poblado. La lluvia era incesante, la pista no estaba muy mal: si, boquetes y mucho barro, pero en esta ocasión llevábamos las motos preparadas. Sin más problemas que los propios de rodar por una pista Marroquí llegamos a lo que se suponía una ciudad, o así estaba ordenada. El poblado tenía unas 30 casas distribuidas a lo largo de la pista que terminaba en una casita que hacía las funciones de colegio. A lo largo del camino, las gentes, al oír el sonido de las motos, salían a nuestro paso con la curiosidad que les caracteriza. Nosotros parábamos y hacíamos entrega de la solidaridad de nuestros amigos, que se guardaba en cajas de cartón. La reacción de estas gentes era increíble. Primero demostraban algo de desconfianza pero, una vez que el conductor del 4X4 les explicaba qué era lo que hacíamos en sus casas, la desconfianza se transformaba en agradecimiento y en felicidad. Nunca en mi vida había sentido algo parecido: ver y comprobar que con tampoco se puede hacer tanto. Preguntamos que por qué no habían niños en la calle, pues estábamos acostumbrados a verlos siempre por donde pasábamos, y nos dijeron que estaban en el colegio y si queríamos ir. Por supuesto que sí, queríamos ir, queríamos ver como era un colegio bereber .

En el momento que llegamos al colegio comenzó la experiencia más humana de nuestras vidas, que nos ha marcado seguramente para siempre. Lo que nos encontramos allí, era lo que habríamos definido en nuestro mundo como una chabola, con una pizarra y unos 20 niños de diferentes edades perfectamente sentados en sus mesas. Fuimos atendidos por el maestro: un chico beberer de unos 30 años a quien le explicamos con nuestro traductor cuál era el motivo de nuestra visita, centralizamos en él las cajas que nos quedaban y, lo que más nos importaba, las medicinas que llevábamos y que previamente habíamos conseguido que en la embajada de Pakistán nos hicieran las traducciones de los prospectos al árabe y al francés. Esto de las medicinas nos daba mucho miedo ya que, siendo conscientes de que la mayoría de los bereberes no saben leer, y temíamos que hicieran un mal uso de las medicinas. ¿Qué contaros de la experiencia con los niños? ¿Cómo describir esos momentos? Yo lo resumiría únicamente como la mejor parte del viaje. Se resume con la sonrisa de un niño, su curiosidad por las motos, por el traje (el mono de lluvia) Es imprescindible destacar la disciplina y la gran educación que demostraron. Son niños, y a pesar de ello, cuando por ejemplo nos pusimos a repartir caramelos y chucherías, cada uno de ellos se quedaba en sus mesas sin alborotar esperando su turno. Nos obsequiaron con cánticos que supongo serán populares, nos hicieron poner nuestros nombre en la pizarra y ellos los tradujeron al árabe y al bereber. En fin, toda una experiencia.

Salimos de allí muy contentos porque la “misión” se había conseguido. No habíamos podido llegar hasta Jalima, pero sí que el esfuerzo de muchos había servido para otros. Con sentimientos agridulces, pusimos rumbo a Merzuga para tratar de disfrutar algo de las arenas del desierto. En esos momentos nos encontramos en el ecuador de nuestro viaje. Cuando hablamos con nuestras familias, estos nos comentaron el atentado de Marrakech y, sabedores de la noticia, pudimos comprender el motivo de tantos y tantos controles que estábamos viendo: cada 50 o 60 kilómetros había uno, con policía con metralletas y los pinchos atravesados en la carretera. Cuando nos veían nos indicaban que continuásemos, estaba claro que no éramos el objetivo. Sin embargo, a los marroquíes los registraban intensamente y sin importarles el tiempo que tuvieran que estar parados en una interminable caravana. Con lluvia, con mucha lluvia, llegamos hasta Merzuga y tomamos un poquito de contacto con nuestra querida arena que en tantas y tantas ocasiones nos ha regalado momentos divertidos de conducción y fotografías espectaculares. A estas alturas del viaje decidimos regalarnos una noche en el espectacular hotel Xanluca de Errachedia. Como siempre, tanto las habitaciones como su restaurante, magníficos. Además tienes la posibilidad de tomar cerveza fría o un gran Gin Tonic. A la mañana siguiente, descansados, comenzamos a subir destino a Ceuta. Utilizamos una nueva vía que era una carretera comarcal o así venía en el Mapa. Para que os hagáis una idea: las carreteras comarcales en Marruecos son lo que para nosotros una vía pecuaria o incluso en algunas ocasiones un cortafuego del ICONA. Rodamos con lluvia casi todo el camino, hicimos una tirad de 750Km hasta llegar a la cordillera del Riff el inicio ya que como todos bien sabéis esa zona no es para tonterías y queríamos acampar a la falta de la cordillera no queriendo adentrarnos mucho por los consabidos problemas con los “amigos del Chocolate”. Nos quedamos en una zona muy bonita pero completamente encharcada y embarrada, ya con la noche encima comenzamos a montar el campamento. Nuestra querida reportera que nos acompañaba, la Fantástica y recién nombrada mejor motera, se comportó magníficamente. No protestó en ningún momento. Incluso cuando pasó esta rubia de ojos azules momentos de miedo al ser observada y perseguida por las miradas de tantos y tantos hombres ociosos que pasaban las horas sentados en los bares frente a una taza de té a la menta.

El final del viaje llego al día siguiente. Hicimos noche en Chaguen y tras las noticias recientes de la muerte de Bin Laden, tomamos camino hacía Ceuta donde nuestros amigos El Liebre y Krasty saltaron desde Málaga hasta allí para darnos la bienvenida. Ilusión y agradecimiento fueron los sentimientos que tuvimos al verlos en esta ciudad enclavada en la tierra Marroquí.

Cansancio y Ferry hasta Algeciras, donde llegamos por la tarde con ganas de llegar a casa, de ver a nuestros amigos y familiares con el ya comentado sabor agridulce, porque habíamos conseguido a medias nuestro objetivo: la Operación Jalima.

Ficha del viaje

Fecha de salida: 27-04-2011

Duración: 5 Días.

Participantes:

Caballo Loco.

Yiyi.

Mueble Bar.

Vehículos:

Caballo Loco: BMW GS Adventur.

Mueble Bar: BMW GS 30 Aniversario

Recorrido:

Málaga.

Algeciras.

Tanger.

Azrrou.

Midel.

Merzuga.

Midel.

Chaguen.

Ceuta.

Algeciras.

Málaga.

Hospedaje: Tienda de campaña, albergues y hotel.

Y esta es la historia no acabada de la Operación Jalima, pues como no podía ser de otra forma, la historia continuo en la semana siguiente.

Agradecimientos

Damos las gracias de todo corazón y con toda nuestra alma a todos nuestros amigos que anónimamente se han movilizado con nosotros y que han hecho suyo nuestro proyecto ayudándonos a conseguir 150kg de ayuda humanitaria en un tiempo record, y también es de justicia hacer mención a las empresas que han colaborado con nosotros que han sido las siguientes:

· Hospital Parque San Antonio de Málaga, en especial en sus áreas de quirófano y enfermería.

· Farmacia Perez Lanzac.

· Farmacia Benalmadena.

· Gedetrans Express.

· Seguros Reale.

Y en especial a nuestras familias que nos han apoyado y animado en este y todos los locos proyectos que emprendemos.



A continuación el articulo firmado por Lidia Revello de Toro sobre su visión de este viaje y de Marruecos.

Me habría gustado encontrar una palabra para describir Marruecos. Pero este país no es grande solo en su extensión, sino también en sus contrastes, lo que hace difícil calificarlo con menos de cinco adjetivos como mínimo. Sin embargo, sí encuentro un término con el que evaluar el viaje que he realizado por el norte de África: INTENSO.

Ha sido una experiencia única, para nada comparable a cualquiera de mis incursiones anteriores en los diferentes países que he tenido la suerte de conocer. No solo me ha permitido descubrir un territorio sorprendente sino que además (aquí viene la frase cursi del relato) me ha ofrecido la oportunidad de disfrutar de momentos únicos con dos personas importantes en mi vida: mi tío de sangre y padre de corazón; y un tío lejano (para qué negarlo, tengo la suerte de contar con muchos tíos “postizos”) al que hacía tiempo que no veía y por el que siento un gran cariño. Gracias a ellos he descubierto mi lado más masculino (después de cinco días caminaba como un auténtico macho ibérico) y he formado parte de una expedición un tanto peculiar.

Viajar en moto es la mejor manera para conocer una nueva región. La moto se convierte en la perfecta compañera de viaje y guía excepcional. Desde esta amiga metálica, el paisaje se ve, se siente, se huele, se vive. Es impresionante cómo una máquina, un objeto inanimado, carente de sentimientos y emociones, puede llegar a hacer que un ser vivo se sienta todavía más vivo. Desde el preciso momento en que nuestras piernas se colocan a cada lado de la moto, nos enfrentamos a nosotros mismos: ésta posee la habilidad de hacernos pensar, habilidad que podemos llegar a perder en ciertos momentos en que el estrés nos desborda. Desde este preciso momento, el viaje comienza, pero la terapia también. Serán horas en las que nuestra mente vagará por recuerdos, problemas, vivencias, temores y amores, colores. Y así pasa el tiempo, y cuando te quieres dar cuenta ya has llegado al destino fijado y tienes que abandonar a tu terapeuta y volver al mundo real. Salir de ti mismo.

Siempre me ha gustado descubrir que la primera impresión que tengo de algo o alguien es falsa, y que detrás de ella existe mucho, mucho más. Y es que el ser humano tiene la mala costumbre de prejuzgar, y este viaje me lo ha recordado cada vez que ha tenido oportunidad de ello. Para mí Marruecos era rojo, marrón, naranja, sequía, olvido. Al llegar a Tánger me di de bruces contra un Marruecos que pinta con vivos colores: verde, amarillo, escarlata. En su paleta hay hueco incluso para el morado, tono que no rechaza utilizar. Toda una explosión para los sentidos. Este paisaje cambiará por supuesto a lo largo del camino para mostrarme una imagen más cercana a la que yo tenía en mente antes de ir. Y es que, como he afirmado antes, es un país de contrastes: sus vistas, como sus habitantes, son distintos a medida que se avanza por el territorio.

La principal razón que nos llevó a cruzar el estrecho fue mostrar a toda una familia que no han desaparecido de la memoria de tres malagueños que les están muy agradecidos. Se trataba por tanto de una expedición de agradecimiento, pues nunca se debe desterrar al olvido a aquellos individuos que participaron en nuestra propia felicidad. El plan era llevarles medicinas y ropa fundamentalmente. Sin embargo, no pudimos llegar hasta ellos debido al mal tiempo, y aunque la decepción nos inundó por completo, ésta desapareció cuando nos dimos cuenta de que podíamos ayudar a muchas personas que se encuentran en la misma situación que los bereberes que acogieron a los moteros hace apenas dos meses. A pesar de que mi tío ya me había explicado la forma de vida que domina su vida, el encuentro me sorprendió. Te afecta de tal manera que hace que necesites tiempo para pensar. No quieres hablar. Solo reflexionar sobre lo que minutos atrás experimentaste. Su vida es completamente opuesta a la que lleva cualquier persona en Occidente. El pueblo bereber cubre tan solo sus necesidades básicas. Cobijo. Alimento. Ropa. Lo primero que pienso tras conocerlo es en lo afortunada que soy y lo poco que lo valoro cada día. Mi vida está repleta de preocupaciones banales que me ahogan, me saturan. Hacen que necesite vacaciones. Pero, ¿y ellos? ¿Qué les preocupa? ¿Cómo escapan de sus problemas? ¿Son felices? ¿Cambiarían su situación? ¡Cómo me habría gustado mantener una conversación con ellos! Pero nos separa una sólida y robusta barrera: el idioma. Si hubiésemos podido comunicarnos seguramente me habrían sorprendido más de lo que me puedo imaginar. Sí, seguramente habría descubierto una vez más que no puedo prejuzgar: ¿por qué sólo somos felices los habitantes del Primer Mundo? ¿Es que somos los únicos con licencia para ello? Nuestra felicidad proviene de distintas fuentes pero eso no hace que una sea mejor que la otra. La felicidad no se clasifica según tipos, alturas, colores o formas. Y ellos la demuestran con inmensas sonrisas, con sus ganas por invitarte a tomar té con ellos, con su curiosidad por ti. Tuvimos la suerte de repartir varias cajas en una escuela del pequeño pueblo. Sin palabras. Podría intentar utilizar muchos recursos literarios para endulzarlo y hacer un relato muy pedante. Pero no me hace falta. No voy a describirlo. Una experiencia tan intensa solo puede ser vivida para ser comprendida. Aquellos niños no se nos van a olvidar.

El pueblo bereber es consciente de la situación de pobreza en la que se encuentra pero a diferencia de los habitantes de las ciudades más turísticas de Marruecos no está contaminado por las ideas Occidentales ni las comodidades de las que podrían disfrutar. Se limita a vivir. En otras partes de este enorme país no se vive. Se sobrevive. De ahí que nuestra concepción sobre el marroquí sea la idea de un tipo “sin vergüenza” que hace lo que sea por dinero. Y no vamos mal encaminados. Pero hay que entender ciertas cosas. Es difícil crecer en una región en donde o eres rico o pobre. Solo puedes pertenecer a un bando u otro. El pobre ve cómo vive el rico, pero este último no tiene constancia de la existencia del primero. Y cuando ves lo que podrías tener y no posees es comprensible que hagas lo que sea por obtenerlo. Es un pueblo regido además por estrictas normas, fruto de una religión realmente recta. Estoy tan acostumbrada a expresar mis ideas libremente, discutir con cualquier persona, sea hombre o mujer y vestir según criterios propios que me impactó enormemente la situación de la mujer en un país musulmán. Evidentemente todos conocemos las ideas del Islam respecto al sexo femenino pero no imaginé que el contacto directo con él me impactaría tanto. Esto te hace valorar el esfuerzo que durante tanto tiempo muchas mujeres realizaron a favor de la igualdad de derechos.

Por último, me gustaría tratar el tema del idioma puesto que me parece que tiene algo cómico. En Marruecos las lenguas oficiales son el francés y el árabe clásico. Sin embargo este último es el que más se habla. Me hacía gracia bajar de la moto y escucharlos conversar en árabe y dirigirse a nosotros en francés. Para ellos, la lengua de los galos es como el mantel y la vajilla que tienes guardados en un cajón de casa y que sacas únicamente cuando vienen invitados. Y teniendo en cuenta que no domino ni uno ni otro idioma… ¡no me comuniqué más que con mis compañeros de viaje! ¿Y para qué he invertido yo tanto tiempo en el inglés?